Para pasarlo en grande, no necesitas enchufes, botones o pantallas. Jugar es sentir el aire en la cara mientras vas en bici, quedar en el mismo sitio a la misma hora y montar equipos con amigos nuevos. Jugar es correr, saltar, reír, sudar, mancharse, caer y volverse a levantar. ¡Jugar es salir a la calle! Únete a nuestro club siguiendo estas diez reglas de oro.
1. No agregarás a nuevos amigos, los harás.
Las solicitudes de amistad se hacen gritando desde la calle o picando en el interfono. ¡Qué emoción cuando un amigo grita tu nombre para ir a jugar!
2. Aparecerás cada día a las 17h en el mismo sitio.
Cuando juegas en la calle las cosas van de otra manera, tienen otro ritmo. Para empezar, siempre se queda a la misma hora y en el mismo sitio.
3. No buscarás enchufes.
Otra de las cosas buenas de jugar en la calle es que no necesitamos ni tele, ni wifi, ni
enchufes de ningún tipo. La única toma de alimentación necesaria es la merienda. Y si puede ser con chocolate, ¡mejor!
4. Serás democrático y justo.
Los capitanes se irán alternando y los equipos deberán ser lo más equilibrados posible. ¿Tu mejor aliado? El juego de piedra, papel o tijeras.
5. Jugarás con todos y todas.
Algunos dicen que el fútbol es sólo para niños. Otros dicen que la comba es sólo para
niñas… ¡Qué chorradas!
6. Las normas las pondrá todo el equipo.
Lo que mola de jugar en la calle es que las normas las pones tú y tus amigos, no los mayores. ¡Pero debéis tomar las decisiones correctas!
7. Tu imaginación será el mejor juguete.
Dos piedras pueden ser una portería, un árbol un castillo encantado, una pared un
lienzo, unas cintas en el suelo un laberinto… ¿Qué más se te ocurre?
8. Te atreverás con todo.
Para jugar en la calle se necesita actitud. No puedes tener miedo a caer, ni a sudar, ni
a ensuciarte. No debes pensar en los deberes ni en el cole. Eso ya lo arreglarás
luego.
9. No pulsarás el botón de pausa.
El botón de pausa no existe. Si estás cansado o quieres tomarte un respiro, simplemente grita «¡tiempo!».
10. Nadie dirá “Game Over”.
El juego acaba cuando tú decides que tiene que acabar. Y cuando eso ocurre, sabes que al día siguiente continuará. A la misma hora y en el mismo sitio.
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