Bárbara Mc Clintock, descubridora de los “genes saltarines”
Bárbara Mc Clintock fue una científica estadounidense que recibió el Premio Nobel de Medicina en 1983 por sus investigaciones en el campo de la genética, en concreto, por su descubrimiento de “genes saltarines” (transposones) que pueden cambiar de lugar dentro de los cromosomas.
En 1919. Mc Clintock comenzó a asistir a la Universidad. La invitación, que un profesor de genética le hizo en 1922, para participar en un curso de esa especialidad para graduados marcaría el hecho de que el resto de su vida se consagrara al estudio de esta disciplina. Se graduó en 1923 y obtuvo su Doctorado en Botánica en 1927.
Obtuvo un puesto como investigadora a tiempo completo en el Laboratorio Cold Spring Harbor, dónde vivió e investigó hasta el fin de sus longevos días. Durante estos años fue muy productiva en publicaciones científicas. Debido a ello, recibió numerosas distinciones y premios entre ellos el reconocimiento como académica de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos.
Sin embargo, la mayor distinción le llegó a sus 81 años, cuando le adjudicaron el Nobel de Medicina y Fisiología (fue la primera mujer a la que concedieron esta distinción en solitario). Teniendo como modelo experimental la planta del maíz, en los años 40 y 50 descubrió la existencia de elementos “transponibles”, fragmentos de ADN que son capaces de replicarse y cambiar su posición en el genoma.
Este descubrimiento, que era fundamental para comprender los procesos hereditarios, suponía una revolución en la concepción “clásica” que se tenía de la genética y no fue aceptado con gusto por la comunidad científica de mediados del siglo XX.
Mi primer ecosistema
Hoy te proponemos diseñar un ecosistema en miniatura para poder observar las comunidades que en él se establecen y las interacciones entre ellas. En sólo unos días podrás observar los resultados.
Los ecosistemas están formados por seres vivos que se agrupan en varios niveles de organización: poblaciones, comunidades y el ecosistema mismo, como conjunto globalizador. Los cambios en las condiciones de un ecosistema afectan tanto al conjunto de la comunidad, como a los organismos individualmente. Los ecosistemas no son estáticos sino que, por el contrario, permanecen en continuo cambio.
Con este experimento, comprenderás cómo obtienen la materia los seres vivos y cómo ésta va pasando de unos a otros, describiendo ciclos entre los organismos y el medio ambiente creado.
Materiales:
- Grava, tierra de jardín, rocas y agua
- Un embudo
- Un frasco grande transparente
- Plantas que no den flores e insectos
- Un termómetro
Pasos a seguir:
- Coloca al menos una capa de un centímetro y medio aproximadamente de grava en el fondo de tu frasco transparente. La grava ayudará que el ecosistema se drene y así proteger la vida de los organismos que tengamos en ella.
- Añade dos centímetros de tierra de jardín y asegúrate de que no esté demasiado húmeda. Después coloca rocas y otros elementos.
- Incorpora especies de plantas pequeñas. Es importante dejar el frasco destapado durante varios días antes de cerrarlo para que tenga un nivel de humedad bien equilibrado. Mantén una ambientación fresca y evita que llegue la luz solar directa.
- Usa cualquier insecto vivo que encuentres fuera en la tierra. Mide la altura de las plantas y anota si los insectos se alimentan de ellas.
- Mide la temperatura con un termómetro. Hazlo a la misma hora todos los días y lleva un diario ‘climático’. Cuenta los insectos que sobreviven, mide el crecimiento de las plantas y los niveles de
humedad. Recuerda que la luz del ambiente afecta al crecimiento de las plantas.