La naturaleza es muy agradecida. Si te acostumbras a cuidarla y a tratarla bien enseguida podrás recoger sus frutos en forma de flores de colores, de hortalizas super ricas o de encondites verdes para jugar. Para conseguirlo hay pocos secretos: mucho respeto y mucho cariño. ¿Preparados para recolectar?
Quien tiene un huerto tiene un tesoro
Las ventajas de cultivar tu propio huerto son infinitas. Y, además, dan fruto todo el año. Cada temporada tiene sus propios tesoros. Los tomates, tan rojos y sabrosos en verano, las espinacas para el otoño, los guisantes en invierno o todo tipo de sabrosas frutas en primavera. Hay que preparar bien la tierra, regar según el momento del año y quitar las malas hierbas. Al final la recompensa es enorme: poder prepararte una comida con tus verduras preferidas. Si además tienes gallinas, las podrás saborear con una tortilla, ¡qué buen menú!
Wild wild mood!
Las mejores amigas de un huerto son las flores silvestres y hierbas aromáticas. Porque nos ayudan a mantener las plagas bien lejos y a atraer a insectos polinizadores que hagan que todo crezca mucho más feliz. Y, por supuesto, son más bonitas que no te podrás resistir a recogerlas para hacerte una corona de flores o regalar un ramo recién cortado. Ah, también pueden ser el mejor escondite para los días de juego.
¡Todos a la mesa!
¿Qué comemos hoy? Después de pasar el día recogiendo los frutos del huerto, toca limpiarlos y prepararlos entre todos. Todo está fresquito, lleno de colores, olores y en su punto justo. Ayudar a cocinar en casa desde bien pequeños es una genial forma de acercarse a la alimentación, apreciar el esfuerzo que requiere la cosecha y mantener una dieta rica en verduras y frutas para crecer sanos y fuertes. Después de esta rica comilona solo nos queda una cosa… ¡Una buena siesta!