Ginger, Antón y Nelah practican el surf desde pequeños en las Islas Canarias, donde nacieron. Sus padres, también isleños y aficionados a este deporte, han organizado su vida en torno al surf y a lo que representa este estilo de vida. Para ellos es mucho más que un deporte, es una forma de vida, una manera de interactuar con el entorno, una aventura, un juego.
No hay dos olas iguales
El surf no es como el fútbol o el baloncesto, donde vas a jugar y te encuentras con la misma cancha, con las áreas bien pintadas y el centro del campo bien marcado. Las condiciones del surf cambian con cada estación, cada día, incluso con cada ola. Dependen de los vientos y las mareas, del oleaje, de la temperatura del agua, del tipo de ola… Y al igual que no hay dos olas iguales, ningún surfista es igual a otro. Cada uno disfruta a su estilo y a su manera.
El mejor surfista es el que más se divierte
Antón y Nelah disfrutan de las olas como una extensión de su patio de recreo y como parte de su vida cotidiana. En la arena o en el agua, el surf es una herramienta para jugar y divertirse con sus amigos. Ginger también disfruta compitiendo, le gustan los retos, el entrenamiento y la adrenalina de la competición. Se trata de estar en contacto con la naturaleza, entender y respetar los océanos y, sobre todo, compartir la diversión de deslizarse sobre las olas.